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Bebidas energéticas ¿aptas para los niños?

bebidas energéticas

Mucha es la publicidad que incita al consumo de bebidas energéticas en deportistas para aumentar su rendimiento y la hidratación durante los procesos de entrenamiento físico, pero muchos nos preguntamos ¿qué tan apropiadas son para los niños? Lo que caracteriza a este tipo de bebidas es que son estimulantes, y esto es porque contienen azúcar, cafeína y taurina.  Como en nuestras Escuelas de Cocina inculcamos valores saludables a los niños, les explicamos a los lectores las contraindicaciones de permitir que su pequeño consuma bebidas energéticas.

La primera cosa que hay que saber es que la gran cantidad de azúcar que contienen las bebidas energéticas abre el camino a la consulta odontológica por los daños que pueden causar a la dentadura de los niños, pero además, labran el camino a la obesidad. Así como el azúcar, las bebidas de este tipo contienen cafeína y taurina, dos estimulantes naturales que pueden ser encontrados en hierbas y otros alimentos y que, consumidos de forma natural y con moderación, ofrecen beneficios a la salud, pero que cuando se abusa de ellos pueden ser perjudiciales, sobre todo en los niños.

De acuerdo con la Fundación UNAM : al superar los 400mg de cafeína al día se pueden observar efectos como palpitaciones, presión arterial y dolor de cabeza. Si se le añade las al menos 10 cucharadas de azúcar que pueden contener estas bebida, la combinación produce un caos. Seguramente recordará el efecto de los dulces y gaseosas en su hijo luego de una fiesta infantil. El pequeño estará al final excitado y alterado. Ahora imagine que usted le permite consumir una bebida que contiene azúcar y cafeína, por ejemplo, todos los días ¿Cuáles serán los efectos?

¿Qué contienen las bebidas energéticas?

Cafeína. La cantidad que contienen las bebidas energéticas es entre  4 y 5 veces superior a la de una lata de soda o gaseosa. La cafeína está incluida además en los extractos de plantas que se incluyen en este tipo de productos. La cafeína genera dependencia, por lo que su consumo en exceso puede causar adicción.

Taurina. Es un aminoácido que el organismo produce a partir de los alimentos que consumimos. Las carnes de res, cerdo, cordero y pollo contienen altos niveles de taurina, mientras que el bacalao, las almejas y las ostras contienen niveles aún más altos de taurina. En cantidades adecuadas ayuda al desarrollo neurológico y permite al cuerpo recular los niveles de agua y sales minerales en la sangre. En deportistas, sus resultados pueden ser beneficiosos, sin embargo su consumo en altas concentraciones puede causar daños al organismo.

Glucuronolactona. Es un azúcar derivado de la glucosa que se produce de manera natural en el organismo. Sin embargo su consumo excesivo puede incluso causar alucinaciones. Un ejemplo es que el Departamento de Defensa de los Estados Unidos lo usó para aumentar la moral de sus tropas en Vietnam, porque calmaba el estrés de los soldados. Estudios han demostrado que su consumo descontrolado causa migrañas, tumores cerebrales y enfermedades del hígado, por lo que países como Francia y Dinamarca prohibieron la venta de las bebidas que lo incluyen.

Guaraná. Es una planta que proviene de Sudamérica., particularmente en Brasil se consumen mucho en bebidas y gaseosas. Su contenido de cafeína es más alto que el de los granos de café.

En cualquier persona, incluso en los niños, la cafeína tiene efectos como:

  • Aumenta el nerviosismo
  • Produce malestar en el estómago
  • Produce dolor de cabeza
  • Dificulta la capacidad de concentración
  • Disminuye la capacidad de conciliar el sueño
  • Aumenta las ganas de orinar

Bebidas energéticas, ¿aptas para los niños?

Una lata de cualquier bebida energética carbohidratos y sustancias estimulantes no nutritivas como cafeína, aminoácidos como taurina y l-carnitina, hierbas energizantes como guaraná y ginseng entre otras, además de vitaminas, proteínas y aminoácidos en cantidades variables, esto es así porque su principal función es la estimulación mental y física por un período corto de tiempo.

Para que usted saque sus propias conclusiones le pedimos que imagine que está inyectando a su pequeño toda esta carga que el organismo de un niño de entre 4 y 14 años de edad no está en capacidad de procesar adecuadamente, porque su desarrollo no se ha completado.

Los efectos podrían ser taquicardia, latidos cardíacos irregulares, hipertensión, alucinaciones e incluso convulsiones si su hijo padece de alguna enfermedad.

La respuesta probable es que las bebidas energizantes supone un riesgo real en la salud de su hijo sea un niño o un adolescente, por lo que deberá evitar su consumo, así como han recogido en distintos trabajos investigadores ligados a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

¿Y los que practican deportes?

Si su hijo practica algún deporte seguramente usted se ha visto tentado a permitirle consumir algún tipo de bebida energética. En este caso le decimos que la práctica deportiva no solo fomenta en el niño valores de competencia, disciplina, responsabilidad y trabajo en equipo. También agregue a la lista vida sana y saludable.

Cuando se le permite a un niño deportista en formación usar estimulantes para su recuperación y rendimiento, estamos inculcándole la creencia de que puede “hacerle trampa” a su organismo para ser mejor y dar lo mejor de sí.

Un niño no requiere sustancias alternativas para recuperarse luego de una tarde de entrenamiento en fútbol, béisbol, natación o cualquier otro deporte que practique.

Una sana y balanceada alimentación y las horas de sueño requeridas serán más que suficientes para que su cuerpo en desarrollo se recupere y tengan la suficiente fuerza para el día siguiente.

Un niño de entre 4 y 15 años no requiere más que mantenerse bien hidratado con agua, frutas enteras, vegetales, consumir proteínas animales y vegetales y dormir 8 horas cada día para tener la energía necesaria para desarrollar sus actividades escolares y deportivas de la mejor manera.

Si su pequeño está decaído, le falta energía o no consigue una adecuada concentración, simplemente consulte a su pediatra. Puede que el problema esté asociado con una razón médica y nadie mejor que el especialista para indicarle como tratarlo adecuadamente.

Y por último, lea siempre las etiquetas de los envases de los productos que va a consumir y enseñe a sus hijos a hacerlo también.

Tome en cuenta que el mercadeo tiene por función principal convencerlo para que consuma los productos en los anaqueles y neveras de supermercados, pero pocas veces nos advierte de los daños que algunos productos pueden causar a la salud.

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