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Los niños y las emociones

Los niños y las emociones

Expresar nuestras emociones espontáneamente debería ser la norma en nuestro comportamiento cotidiano porque son una respuesta natural ante un estímulo que de alguna forma nos impresiona. Sin embargo, la espontaneidad muchas veces puede ser contraproducente si la respuesta que expresamos es de desagrado o es vista como negativa, y con la que se puede hacer mucho daño si fue otra persona quien nos la produjo. Hay quien las considera como estados emocionales y no como eventos puntuales, porque pueden desencadenar respuestas que perduren en el tiempo, dejando marcas permanentes. En cualquier caso, la respuesta emocional que se produzca estará marcada por nuestras vivencias y por el contexto que las genere.

Para los niños, el manejo de sus emociones puede ser de cierta forma más difícil por carecer de esas experiencias previas que les permitan responder de la forma que pudiera considerarse más adecuada. Sin embargo, la espontaneidad es lo que caracteriza a los niños y es lo que también los hace seres únicos. Los niños tienen las emociones a flor de piel; lo vemos en nuestro día a día de la Escuela de Cocina Infantil y es un hecho maravilloso observar la forma como expresan asombro, alegría, curiosidad o hasta desagrado, siempre con ingenuidad. El papel de los adultos debe ser ayudarlos a manejar sus respuestas emocionales, explicándoles cómo se producen y cómo pueden actuar ante ellas, pero nunca coartando sus sensaciones.

Aceptar sus sentimientos

Lo primero que se les puede enseñar es que no hay sensaciones emocionales buenas ni malas, pues todas son respuestas naturales de nuestro ser ante un estímulo que tiene algún efecto sobre nuestros sentimientos. Son la expresión de lo que sentimos y son innatas, sobre todo en los niños. Todas ellas cumplen alguna función vital y enseñarlos a entender ese sentido es lo que los ayudará a saber manejarlas, conocerlas y aceptarlas. Hasta las emociones que puedan considerarse negativas, como el miedo, incluyen una enseñanza que los ayudará a enfrentar situaciones similares en el futuro.

¿Cuáles son las principales respuestas emocionales que expresan los niños?

Las respuestas emocionales son numerosas y variadas, dependiendo de cada persona y de la situación en la que se produzcan. Como se dijo anteriormente, esas respuestas serán más complejas en la medida que hayan generado experiencias. En los niños se consideran como respuestas emocionales básicas la alegría, la ira, la tristeza, el miedo, el asco y la sorpresa. ¡Y el niño puede llegar a expresarlas todas a lo largo de un día! Veamos cada una con un poco más de detalle.

La alegría

En los niños, la alegría es una de las respuestas emocionales más fáciles de conseguir por la sencillez de sus aspiraciones. Es un estado de bienestar general que se experimenta cuando se ha alcanzado una meta o se recibe algo deseado. Puede considerarse una recompensa que nos hace repetir la conducta que nos llevó a conseguirla. Es un sentimiento placentero que nos lleva a la acción.

La tristeza

Puede ser también un sentimiento importante en los niños por su poca experiencia emocional, pero puede ser uno de los sentimientos expresados con mayor espontaneidad debido precisamente a su ingenuidad. Es un sentimiento de pérdida o de pena por algo que se ha perdido. Es una de las respuestas emocionales que debe ser atendida con mayor cuidado por los adultos, de forma de enseñar a los niños que las pérdidas serán parte de su vida.

El miedo

Manejar la inseguridad ante un peligro real o imaginario puede representar un gran obstáculo para algunos niños. Esta emoción puede producirse en respuesta a estímulos que pueden no ser muy bien comprendidos por el niño. Por eso, enseñarlos a manejar el miedo puede ayudarlos a enfrentarse a situaciones de peligro.

La ira

Si bien es un sentimiento que puede manifestarse fácilmente en los niños por diversas situaciones cotidianas, la expresión de ira o rabia suele ser momentánea en respuesta a estímulos puntuales. Generalmente, este sentimiento desaparece cuando finaliza la acción que lo provocó. Sin embargo, es importante canalizarla para evitar que exceda la importancia que pueda tener el hecho que la generó.

El asco

Esta expresión de desagrado por algo o alguien es expresada de forma bastante frecuente por los niños, sobre todo relacionada con olores y comidas. La respuesta que desencadena es alejarse de lo que le produce esa sensación.

La sorpresa

Es una expresión de asombro y hasta desconcierto por algo desconocido o inesperado. La creación de sorpresa en los niños favorece su sentido de exploración y la curiosidad, favoreciendo la atención y el interés en aquello relacionado con lo que le produjo la sorpresa.

La empatía

¿Puede considerarse la empatía como una emoción? Seguro que sí, pues es una expresión espontánea hacia ciertas personas, que se manifiesta en toda su grandeza en los niños. La empatía es una sensación de agrado por alguien sin que se reconozca exactamente qué la produce, pero que definitivamente debe ser potenciada en los niños para ayudarlos a establecer mejores relaciones personales y generar ambientes de convivencia que los ayuden a enfrentar cualquier situación en la vida.

Los niños y las emociones

Poner límites…

Si bien la expresión de las emociones es una respuesta innata y espontánea, debemos enseñar a los niños a manejarlas por su propio bien. La llamada inteligencia emocional nos ayuda a expresarlas y manejarlas de una forma que no le produzca daño emocional al niño, pero tampoco al entorno que lo rodea. Es importante enseñarle a que reconozca sus emociones e identificar qué las produce de forma de ayudarlo a desarrollar estrategias que le permitan regularlas.

Cualquier respuesta emocional desproporcionada, bien sea que se considere positiva, como la alegría, o negativa, como la tristeza, puede causar en el niño confusión sobre el alcance que pueda tener la acción que la produjo.             Se debe crear conciencia en los niños para ayudarlos a regular la necesidad de estímulos emocionales constantes de forma de que puedan afrontar los retos que le plantee la vida. El manejo adecuado de sus emociones será un factor protector ante cualquier experiencia que pueda presentársele.

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